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Y el programa también, pero lo de Merceditas es increíble.
En las últimas ediciones, no ha faltado el enfrentamiento con gente que salía de la casa y que sentía que la presentadora les había ninguneado mientras que había favorecido a otros concursantes. Su defensa, como siempre, impecable, pero…
Lo último es evidente. Gonzalo sale expulsado de la casa -con méritos suficientes – pero Milá se ceba con él. Insinúa que el mono que tiene no es sólo de tabaco, le repite hasta tres veces que si no le hubiesen echado el público lo habría expulsado con más del ochenta por ciento (¿y ella qué sabe? Como bien dice Gonzalo: «Eso es algo que nunca podremos saber«).
Y en cambio, a Pilarita -que es una persona que se le nota que es emocionalmente inestable – la ensalza y la anima a que se le tire a la yugular, sabedora de que está ella detrás para protegerla, como esas leonas que dejan a sus crías rematar a alguna presa para que se vayan acostumbrando a matar.
Y no sólo eso.
Lis, totalmente aislada por el resto de sus compañeros, descubre que las lesbianas son pareja. Ella cree que eso le va a dar algún tipo de recompensa -como así sucedió el año pasado -, y en vez de eso (ojo, que nadie dijo que la fueran a premiar si lo descubría), Mercedes Milá, durante su discurso, la manda callar de muy malos modos ante un chascarrillo de la muchacha, que trataba de romper el hielo.
Todo eso después de que no la dejaran ir a la otra casa. Y sí, ya sé que Pilar escogió a Hans en vez de a ella, pero el programa debería de haber optado porque entrasen los dos a la otra casa, dado que ambos habían acertado el resultado de las votaciones.
En fin, quisiera terminar diciendo que me encanta que esto ocurra. Las palizas verbales a los hermanitos por parte de Milá son lo mejor de cada edición, pero… que no diga luego que para ella todos son iguales.
No es verdad.
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