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La prefería de rubia. No sé, tenía más pinta de gitanita con pretensiones.
Pero morena, rubia o aunque se afeite la cabeza, Begoña Alonso es un cañón de mujer.
Ahora que lo pienso, a lo mejor se ha teñido para que nadie la reconozca. No en balde, la gente se le echó encima cuando denunció a Bustamante por malos tratos una vez que hubo terminado su relación. Y es que, hay cosas que no entiendo, pero en aquellos tiempos (y aún hoy) el ex triunfito era algo así como «el héroe del pueblo»: como el sueño americano pero a la española, un chaval que ayudaba a su padre en la construcción y cantaba para alegrar el día. ¿Cómo se le ocurrió manchar su imagen? Que si pelandusca, que si montajista, que si mentirosa, que si… vamos, le dieron palos hasta en el carnet de conducir.
Y palos no, pero unos azotes en el culito en según qué momento yo sí que le daba.
Ahora sale en Interviú para lucir el bronceado que ganó en la última edición de Supervivientes. Y oye, por mi, cojonudo. No creo que el call tv que presenta de madrugada o acompañar a José Luis Moreno (con la fama de rata que tiene) le den para mantener ese cuerpo serrano.
He de confesar que soy un fan de Paula Echevarría (la mujer de Bustamante) pero si tuviese que elegir entre ambas para un polvo salvaje… ¡me quedaba con Begoña!
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