YO HICE QUE ESPAÑA PERDIERA

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Pues sí: todo formaba parte de mi maléfico plan para conquistar el mundo. España tenía que perder en semifinales de la Copa Confederaciones de Sudáfrica contra la todopoderosa selección de Estados Unidos.
No, en serio… la verdad es que aún no había escrito ni una línea sobre esta Copa Confederaciones y quizá lo he hecho en el peor momento. ¿Por qué no escribí antes? Bueno, por un lado porque han sucedido otros acontecimientos esta semana que también requerían su análisis, y por otro que estaba tan convencido de que la iban a ganar que estaba esperando que terminase mañana el campeonato para hacer la crónica.
No pudo ser. Una selección menor, que hace cuatro días no sabían ni lo que era el fuera de juego, nos dieron un baño en la primera parte del partido y luego se encerraron atrás y esperaron una contra de libro para sentenciarnos Adiós a la final que todos esperaban entre Brasil y nuestros chicos. Tendremos que esperar un par de años.
Pero… ¿a quién le importa en realidad esta Copa? Sí, ya se sabe que éste torneo es como la Copa del Rey: si lo ganas eres el amo pero si lo pierdes es un trofeo de mierda. Pero va más allá de todo eso. Pase lo que pase mañana, no se puede hacer una competición con equipos como Irak, Sudáfrica, Nueva Zelanda… que sí, que a día de hoy todos tenemos un mal día y te puede eliminar cualquiera, pero hasta eso es malo para la competición. ¿A quién le hubiera interesado una final entre Estados Unidos y Egipto? Yo creo que ni en sus respectivos países lo hubieran seguido con atención. Sólo hay que ver que en todos los partidos la FIFA ha tenido que abrir las puertas de los estadios porque el aforo no se había llenado ni siquiera a la mitad con la venta de entradas.
Quizás por eso duele más. Porque, aún siendo un trofeo de baja categoría, España ha perdido la ocasión de ganarlo y dar el puñetazo en la mesa, como se suele decir. Ahora vendrán otra vez los miedos y las comparaciones con otras selecciones. Y nos tocará otra vez ir a cuartos con el rosario en la mano. ¿Qué no? Ya lo veréis.

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